jueves, 25 de abril de 2013

Cuentas de la Seguridad Social en 2012. No matar al pianista

La oficina estadística de la Unión Europea acaba ratificar un déficit de la Seguridad Social española en el ejercicio 2012 de -10.131 millones de euros, de manera que según estos cálculos, los gastos han sido superiores a los ingresos en una cantidad equivalente al 1% del PIB.

En cuanto escuchan la noticia, amigos y conocidos piensan inmediatamente que no cobrarán la pensión y, no tardan en requerirme para confirmar su mal presentimiento. La respuesta no es nada fácil porque hay que comenzar explicando que las cuentas de la Seguridad Social incluyen no solo a las pensiones sino también otras prestaciones que en unos casos son contributivas (incapacidad temporal y maternidad) y, en otros, tienen carácter no contributivo (prestaciones por hijo a cargo y algunos servicios sociales) o universal (sanidad en Ceuta y Melilla). No me atrevo casi a mencionar la diferencia entre la contabilidad con el criterio de devengo (hechos reconocidos) y el de caja (hechos realizados) aunque en tiempo de crisis como el actual tiene una gran importancia en los ingresos porque algunas empresas reconocen que tienen una deuda pero no pueden pagarla. Ni se me pasa por la cabeza mencionar que la presentación bajo el criterio de Contabilidad Nacional, la utilizada por la Unión Europea y, por tanto, la fetén, es una mezcla de los dos criterios.

Después de eliminar aspectos colaterales me concentro en decirles que el segmento contributivo de la Seguridad Social donde están incluidas las pensiones, ha tenido déficit por primera vez desde hace muchísimo tiempo (alrededor de 7.000 millones de euros de acuerdo al criterio de medición europeo; 0,7% del PIB). Es cierto, después de muchos años con abultados superávits, los ingresos por cuotas sociales pagados por los trabajadores (en concepto de salario diferido) y la aportación de impuestos para pagar los complementos por mínimos de las pensiones, no han sido suficientes para hacer frente a los pagos anuales. La combinación de un continuo aumento en el número de beneficiarios con cuantías medias superiores y una brutal crisis económica ha provocado este resultado.

Miro las caras de mis interlocutores que dicen más o menos, pues eso, que adiós a las pensiones. Mi respuesta, sin embargo, es no. No poder pagar un año las pensiones con los ingresos habituales es una mala noticia que debe estar acompañada de algunos otros criterios antes de conseguir una valoración definitiva. En primer lugar, en 2012 hemos podido pagar las pensiones porque en las épocas buenas guardamos el excedente en “un bote”, el Fondo de Reserva. De modo que antes de comenzar 2012 se disponía de 68.815 millones de euros y, después de haber asumido el pago correspondiente a ese ejercicio todavía restan 63.008,58 millones de euros. Les aclaro que no es la garantía eterna del sistema público de pensiones porque éste depende de otras variables (actividad económica, empleo, distribución factorial de la renta y decisiones sensatas en la dimensión de las pensiones) pero sirve para cubrir un horizonte de 5 años incluso en un contexto pésimo, como el actual. Me permito una licencia en la explicación y les recuerdo que hay que valorar la buena gestión de los excedentes porque cuando las cosas iban bien había muchas presiones para subir las pensiones y bajar las cuotas sociales y, sin embargo, quienes tenían la responsabilidad de tomar las decisiones, eligieron guardar el dinero para ocasiones menos buenas que como hemos comprobado, siempre llegan. Es decir, se armaron de valor, aguantaron la presión y “apagaron la luz y la música en medio de la fiesta” aunque en ese momento no recibieran precisamente buenas críticas. Se me pasa por la cabeza lo bien que le habría venido a la sociedad española más personas con esa opinión y la suficiente determinación para llevarla adelante.

No hay, por tanto que dormirse en los laureles, pero se dispone de ese mecanismo para afrontar una mala racha porque no sería adecuado adoptar decisiones estructurales solo guiados por una situación coyuntural como lo es la peor parte del ciclo económico. Con mayor motivo en un tema como el sistema de pensiones que debe ser planteado desde una perspectiva temporal de análisis suficientemente larga. Nos costará superar la actual crisis pero lo haremos, porque además, de no ser así, el principal problema de la sociedad española no va a ser el pago de las pensiones.

Les recuerdo que para analizar la actual situación es preciso conocer que la disminución de ingresos por cuotas sociales en 2012 debido a la destrucción de empleo equivale al 0,5% del PIB, de manera que sólo con este ingreso, el déficit se reduciría al 0,2% del PIB. Pero si se tiene en cuenta la destrucción acumulada desde el inicio de la crisis, la pérdida de recaudación asciende al 1,6% del PIB, es decir, de contar con esos ingresos el sistema mantendría su superávit. Como no soy un ingenuo y no me gusta abrir expectativas no cumplibles a la gente, les traslado la dificultad de conseguir recuperar casi 3 millones de puestos de trabajo, pero el análisis a largo plazo debe incorporar esta variable y, les repito, a corto plazo disponemos del Fondo de Reserva.

Les avanzo una conclusión, el déficit del sistema de pensiones en 2012 tiene un componente fuertemente coyuntural y, por tanto, no debe ser utilizado para aplicar reformas estructurales. Les aclaro que mi afirmación no significa que se pueda pagar en 2050 cualquier cantidad de pensión a casi el doble de personas que habrán generado su derecho debido a la evolución de la demografía y gracias a la mejora en la esperanza de vida, pero hay posibilidades ciertas de establecer unas cuantías bastante dignas con una transferencia de renta entre generaciones razonable. Miro la cara de mis interlocutores y, creo haber incorporado algunos argumentos de peso para mejorar su tranquilidad. Me ahorro decirles que mi idea sobre cómo debe funcionar el sistema de reparto no es compartida por todos, pero también pienso que la sociedad española será inteligente y elegirá una opción sensata para defender sus intereses individuales y comunes.

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