martes, 12 de marzo de 2013

Las exportaciones pilotan el saldo positivo de España con el exterior

La larga (y dañina) etapa expansiva de la economía española estuvo acompañada por un intenso deterioro del saldo en las relaciones comerciales con el exterior, en especial en el periodo delimitado por 2004 y 2009. El impulso sobre el consumo y la inversión sustentado por el desmesurado incremento de los medios de pago que fue articulado mediante préstamos hipotecarios (+664.808 millones de la etapa 2003-2009; 49,5% del PIB) generó, además de una gran deuda a las familias y promotoras inmobiliarias, una necesidad de financiación con el exterior que reflejaba la diferencia entre el ahorro y la inversión nacional.
En términos más coloquiales, los españoles consumíamos mucho más de lo que éramos capaces de producir y echamos mano de la producción realizada en otros países. Como no teníamos dinero para pagarlo nos lo fiaban los inversores extranjeros, con la lógica pretensión de recuperar la cantidad prestada con los correspondientes intereses.
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Hay quien señala a los acreedores como culpables de la deuda acumulada por lo españoles al considerar que no debían haber prestado a quienes se endeudaban en exceso. El argumento es legitimo, pero no lo comparto. En mi opinión, el responsable último es quien acepta contraer la deuda, más cuando el préstamo no es imprescindible para vivir (se dirigía al pago de precios imposibles por una vivienda). En todo caso, el deudor puede compartir la responsabilidad con quienes le aconsejaban aceptar el crédito al trasmitir una opinión de normalidad en la decisión que adoptaba.
Más allá de esta interesante polémica, la economía española no podía mantener esa senda de endeudamiento y, necesitaba equilibrar el saldo de las relaciones con el exterior para no seguir realizando una transferencia anual de renta a terceros países, a la vez que cortaba ese peligroso y caro proceso de crecimiento de su deuda.
Las cifras de 2012 reflejan que España ha conseguido revertir el saldo hasta conseguir un superávit en bienes y servicios (1,4% del PIB) y un ligerísimo déficit  cuando se añaden las operaciones de rentas y transferencias(-0,2% del PIB). La principal causa de esta mejora se localiza en el incremento de las exportaciones españolas (19,5% nominal desde 2007), tanto de mercancías (20,2%) como de servicios (17,6%). La mejora en la capacidad de competir de los productos españoles explican las dos terceras partes de la mejora en el saldo con el exterior (66,8%), mientras que la disminución de las importaciones, en buena medida explicada por la depresión de la demanda interna en España, es responsable tan sólo de una tercera parte del avance (33,2% del total). Las exportaciones españolas han mejorado el equivalente a 5,7 puntos del PIB, mientras que las importaciones se han reducido en -1,2 puntos del PIB español en el periodo 2007-2012.

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El deseado cambio en el signo del saldo de comercio exterior muestra que la economía española ha reaccionado favorablemente a las exigencias extremas creadas por una situación dramática y, la política de devaluación de precios comparados con los de algunos de los competidores, ha tenido su parte de influencia (no ha sido así en todos los países de la Zona Euro).
La pena ha sido aplicar esta política con un desequilibrado reparto de los esfuerzos en contra de los trabajadores que no han recibido a cambio la necesaria rentabilidad en número de empleos al estar mejor capitalizadas las empresas y tampoco a través de una evolución de los precios interiores más benévola con su poder adquisitivo.

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