domingo, 27 de marzo de 2016

Por qué es muy difícil que la tasa de desempleo española baje del 15% en 2019

El fuerte aumento del desempleo hasta alcanzar los 6,3 millones de personas sin trabajo remunerado en el 1t de 2013, ha sido el principal peaje que ha pagado la sociedad española por la gravísima crisis iniciada en 2008 como consecuencia de la burbuja inmobiliaria y de crédito generada desde 2000 a 2008.
La creación de 678,2 miles de empleos en el último año (EPA) ha sido una buena noticia, pero el número de personas sin empleo sigue siendo aterrador: casi 4,8 millones, el 20,9% de la población activa buscaba pero no tenía ocupación remunerada. Por eso, el desempleo sigue siendo el principal problema de la economía y de la sociedad española y, es lógico que ocupe el frontispicio de los programas de los partidos políticos que quieren gobernar el país en los próximos cuatro años.

Lo ideal sería pensar que es posible crear tantos puestos de trabajo cómo sean necesarios para acabar con esa lacra, pero en la práctica existen límites, siempre y cuando no se modifiquen condiciones estructurales en nuestra economía o, se incurra en inconvenientes no deseados. Por eso hay que evaluar con cuidado las promesas electorales.

Un sencillo repaso a la teoría económica nos puede ayudar en este ejercicio. La mejora de la actividad económica, es decir, el aumento del PIB de un país, se distribuye entre el nuevo empleo y la productividad. No es una imposición o capricho de quien escribe esta entrada, es así porque:

La productividad por ocupado = Valor de la producción (PIB) / nº de trabajadores.

Despejando, el PIB = Nº de trabajadores * productividad por ocupado

Como queremos saber qué pasa con un incremento anual del PIB, lo que está multiplicando pasa a ser una suma y nos encontramos con:

∆PIB = ∆Empleo +  ∆productividad del trabajo

De esta forma, como había comentado antes, un aumento de la actividad económica, del PIB, se distribuye entre el nuevo empleo y la mejora de la productividad de la economía. Como ejemplo, el crecimiento del PIB de 2015 en términos reales (3,2%) se ha dirigido mayoritariamente al empleo (3%) y muy poco a la productividad (0,2%). Estamos, por tanto, ante una noticia buena, se ha creado bastante empleo (521,9 miles equivalentes a tiempo completo) reduciendo la tasa de de paro en 2,4 puntos, pero como contrapartida, ha el proceso ha estado acompañado de una baja productividad. Así, después de pagar el nuevo empleo queda muy poca renta para remunerar a los factores productivos existentes, es decir, para pagar más a las personas que ya tenían empleo y al capital utilizado para generar la renta. El aumento de su renta en 2015 se debería haber limitado a ese 0,2% (la inflación fue el 0%), siempre que no se modifique la distribución de la renta existente hasta ese momento. Un conflicto eterno, el de la distribución de la renta, que trataré después.

Retomemos antes la pregunta inicial sobre cuanto empleo se puede crear. La primera cuestión a dilucidar es cuánto puede crecer la economía española en los próximos años. Bueno, siempre cabe apostar por la cifra más alta posible, como por ejemplo volver a las tasas de crecimiento la última etapa expansiva (tasa anual del 3,5% anual medido en términos reales, es decir, después de deducir el deflactor). En la práctica, sin embargo hay restricciones derivadas de nuestra oferta productiva. La capacidad de las empresas de producir y de vender los productos (privadas o públicas) determinan tu crecimiento. De este modo, la mayor parte de los expertos coinciden en no esperar un crecimiento superior al 2% anual real sin incurrir en graves desequilibrios (crecimiento potencial), tal y como como, desgraciadamente hemos comprobado en nuestras carnes con la actual crisis (deuda y paro). No se trata solo de crecer, sino de hacerlo de forma sana y equilibrada. De este modo cuando se acabe la recuperación cíclica en la que estamos inmersos, aproximadamente en 2018, es bastante difícil asistir a un crecimiento superior al 2% mencionado (real), salvo si se pudieran acumular muchas inversiones productivas o se aplicaran cambios drásticos en el funcionamiento de la economía española. Ambas cosas difíciles de conseguir a corto plazo, porque en la práctica es más difícil hacerlo, que repetir como un mantra, la necesidad de cambiar el tejido productivo hacia un modelo de mayor valor añadido. En este caso, repetir un deseo no lo convierte en realidad, hay que tomar muchas decisiones difíciles y, además, asumir el tiempo necesario.



Un escenario optimista a nivel nacional e internacional -no fácil a la vista de los principales factores que dominan la actual situación- permitiría a la economía española un crecimiento medio anual del PIB en torno al 2,6% real en la etapa 2016-2019. Caben infinitas distribuciones entre empleo y productividad, pero con una tasa de desempleo tan elevada, sería lógico elegir la opción intensiva en empleo. Una creación anual de la ocupación del 2,3% permitiría crear aproximadamente 1,7 millones de nuevos empleos en los próximos cuatro años, rebajando la tasa de desempleo hasta el 15%. Esta opción, no obstante, significa que 3,3 millones de personas todavía no tendrían ocupación dentro de cuatro años. 

La otra cara de la moneda, obviamente, de esta opción es asumir un bajo crecimiento de la productividad por ocupado (0,3% anual real a la que se debe añadir el correspondiente deflactor) y, por tanto, disponer de poca renta nueva para repartir entre los factores de producción: trabajadores y capital. Algunos dirán que esa restricción se puede salvar a favor de los primeros y, que los salarios pueden crecer más modificando la actual distribución porque el capital, según su opinión, se queda con demasiada parte de la renta. Puede que tengan razón en algunos casos, pero antes de tomar la decisión deberían tener en cuenta que la parte de renta dirigida al capital, denominada excedente bruto de explotación, debe servir en primer lugar para reponer la maquinaria e instalaciones gastadas en el proceso de producción y también para realizar las nuevas inversiones, imprescindibles para aumentar la productividad en el futuro próximo. No todo, por tanto, son beneficios distribuidos a los propietarios del capital. Esta retribución, por otra parte, es también necesaria siempre que se haga con un criterio razonable, no sólo porque es un premio al ahorro previo realizado (y no todos los accionistas son personas ricas de solemnidad) sino porque de no existir una rentabilidad, la continuidad de la empresa estaría en peligro al no disponer de suficientes inversiones.


La opción de utilizar el sector público para mejorar los resultados, es decir para crear millones de empleos como proponen algunas formaciones políticas, no modifican los anteriores resultados. Dada una restricción en el crecimiento de la actividad, cierta aunque se puedan discutir algunas décimas, lo que ocupa el empleo lo pierde la productividad. Por supuesto que esta puede ser negativa, pero entonces es preciso echar mano de la renta anterior y cambiar su distribución en los factores productivos.
   
Varias conclusiones. En primer lugar es muy complicado reducir la tasa de desempleo a niveles europeos (inferiores al 10%) en los próximos cuatro años por lo que es conveniente pensar en que tipo de cobertura y formación se les asigna a las personas en desempleo. Una segunda conclusión no menos importante, dado que a corto plazo es complicado mejorar el PIB potencial de la economía española, priorizar el empleo reduce la posibilidad de avanzar en productividad con las consecuencias que tiene ese resultado. Desafortunadamente, no se puede sorber y soplar a la vez. Por último, si se marca la creación de empleo como objetivo central, los agentes sociales y económicos deben ser coherentes para articular una distribución factorial de la renta que permita combinar ese objetivo con la ejecución de inversiones que amplíen y mejoren el tejido productivo español. En este último terreno, una mejora sustancial en la negociación colectiva sigue siendo la mejor política posible para fortalecer la oferta productiva de la economía española.


  








8 comentarios:

  1. Excelente Articulo mi Amigo. Demuestra que los ilusionistas no saben de derechas y de izquierdas. Es muy cierto lo que decis de los perfiles productivos que condicionan el verdadero cambio en las fronteras de posibilidades de producción. Aunque asi parece que somos. me lo llevo a twiter. Gran abrazo

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  2. Muy bien artículo. Estoy totalmente de acuerdo que tenemos una productividad muy baja. Es hora de plantearse una reforma estructural de base. Hay que introducir parámetros sociolaborales. El aumento de la productividad tiene mucho que ver con los horarios laborales y nuestro sistema actual, largas pausas de comida y jornadas inacabables. Si no modificamos nuestros hábitos nos alejaremos más y más de lo que ea habitual en Europa y nuestra productividad no levantará cabeza.....también rulo el artículo por las redes sociales. Siempr un placer amigo.

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  3. Muy bien artículo. Estoy totalmente de acuerdo que tenemos una productividad muy baja. Es hora de plantearse una reforma estructural de base. Hay que introducir parámetros sociolaborales. El aumento de la productividad tiene mucho que ver con los horarios laborales y nuestro sistema actual, largas pausas de comida y jornadas inacabables. Si no modificamos nuestros hábitos nos alejaremos más y más de lo que ea habitual en Europa y nuestra productividad no levantará cabeza.....también rulo el artículo por las redes sociales. Siempr un placer amigo.

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  4. Gracias, Miguel Ángel; buena reflexión. Ya sé que sorber y soplar no se puede. Pero me dejan un tanto inquietos los análisis con gran nivel de agregación; como no economista el concepto abstracto de "productividad" no me acaba de convencer. Aunque es una inquietud derivada del propio PIB; si abrir y cerrar zanjas, o hacer aeropuertos sin aviones, o hacer hospitales donde no se necesitan... todo esto aumenta el PIB y puede incrementar la productividad... pues es que necesitamos urgentemente complementar el saber con otras medidas. Cuando veo a mis colegas médicos que trabajan más horas con una devaluación salarial notable en la sanidad pública... para pagar la factura de Bankia y otros desalmados, pienso que la productividad sanitaria ha debido de subir mucho... para que luego la media de la productividad nacional lo disipe. En fin; que me gustaría saber el valor añadido real en bienestar que está detrás de cada cacho de PIB; por razones extraeconómicas no me gustaría que la productividad de la industria armamentista española subiera.
    Sorber y soplar no se puede; pero guiar con decencia y sensatez la economía sí que se debería poder.
    Repu

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  5. Muchas gracias por tu reflexión, me parece muy interesante.

    La medición de la productividad del sector público tiene un problema grave de difícil solución. Dado que la actividad del sector público no tiene excedente bruto de explotación por definición, la productividad de sus empleados se limita a la remuneración salarial. La evolución desde 2010, por tanto, la reduce.

    Comparto tu criterio de que la sensatez y la decencia deben guiar las decisiones sociales y económicas porque aunque las actuaciones sean limitadas serán más eficaces y, sobre todo, colaboraran a crear una relaciones más sanas y equitativas.

    La entrada quiere advertir frente a promesas desmesuradas de muy difícil cumplimiento (crear 6 millones de ocupados adicionales en el sector público dice Podemos o IU) y de las obligadas relaciones en la distribución de la renta.

    La situación es muy grave porque se hicieron cosas mal durante muchos años. Por supuesto que hay soluciones (en especial a nivel micro) pero no se pueden hacer milagros. El problema adicional es que a la sociedad española parece que le gusta en exceso escuchar las opciones milagreras en vez de exigir sensatez y decencia.

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  6. En esto último tienes toda la razón; aunque no creo que la conciencia colectiva sea ahora más manipulable que antes; sólo que estamos en tiempos duros donde el ascensor social se ha detenido, y la frustración busca soluciones rápidas, que no existen. Yo estoy usando ahora el término SOBRIEDAD (en vez de AUSTERIDAD) para predicar un crecimiento muy moderado basado en economías internas; pero hace falta gobernanza fuerte. Mucho consenso en los objetivos finales, pero algo de despotismo ilustrado en los medios para realizarlo. Y aunque duela, algo de tecnocracia: Kennedy dijo lo de ir a la luna; pero los políticos y la población no participó en calcular la trayectoria o los kilos de combustible. Qué fáciles eran los debates sociales cuando crecíamos al sopotocientos por ciento. Repu

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  7. Precisamente acabo de leer ahora un artículo intentando medir la productividad del NATIONAL HEALTH SERVICE británico a lo largo de un dilatado perído, e intentando hacer correlaciones con los diferentes gobiernos...
    http://onlinelibrary.wiley.com/enhanced/doi/10.1002/hec.3338
    Cuando se expande el gasto, baja la productivida aparente (incremento de inputs y estabilidad de outputs); en el siguiente período ya tienen consolidado un aumento de personal y capital, y el incremento de inputs es cero, pero el aumento de la capacidad productiva rinde beneficios con aumento de outputs. De forma que el primer inversor se lleva el regaño de disminuir la productividad, mientras que el segundo se lleva la medalla...
    Por esto veo confusas las interpretaciones de índices dinámicos con incrementos en numerador y denominador
    Gracias
    Repu

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  8. Ayudando a difundir este post......

    http://jmaestrop.blogspot.com.es/

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