lunes, 2 de septiembre de 2013

No volver a caer en la madre de las causas de la actual crisis

Los ingresos de cualquier sociedad tienen su origen en lo que son capaces de producir y vender. Estos ingresos, conviene conseguirlos utilizando el máximo posible de tus recursos e incurriendo en una deuda razonable con otros países que además, se debe utilizar fundamentalmente para reforzar el propio potencial productivo. Ya sabemos que la economía española no ha seguido esas pautas durante las dos largas etapas expansivas disfrutadas desde la transición (La economía edificada sobre arena, 2009) y por eso tenemos un tejido productivo insuficiente para dar empleo a la población que lo demanda y una deuda gigante que nos va a costar mucho tiempo y esfuerzo quitarnos de encima. No hay que llorar sobre la leche derramada, nos recuerda un proverbio chino, pero se debe aprender de lo sucedido para no cometer los mismos errores.

Los seis años de crisis que sufre la población española desde su inicio en el 2T de 2008, permite mirar con perspectiva algunas de las cuestiones que han influido en el desastre. El gráfico adjunto recoge una de ellas: la evolución de la inversión total (formación bruta de capital fijo).

La Contabilidad Nacional desagrega la inversión en tres grandes componentes: construcción, bienes de equipo y activos fijos inmateriales. La de mayor tamaño en casi todos los países es la construcción aunque otra cuestión distinta, es cuánto de mayor tamaño es en comparación con el resto de las inversiones realizadas.

La inversión española en construcción en 2013 (calculada como proyección a todo el año de los resultados del 1 semestre) será inferior en 126.549 millones de euros respecto a la ejecutada en 2007 (de 230.435 a 103.886 millones de euros). Del total de disminución de la inversión en ese periodo, el 65,1% por ciento corresponde a vivienda residencial (-82.373 millones de euros) y el resto a construcción civil (-44.176 millones de euros).

El paso del tiempo nos permite comprobar la dimensión de la caída. La cifra es estremecedora. Para hacerse una idea es equivalente al 12,4% del PIB español previsto para el presente año. La disminución de la inversión en construcción desde el inicio de la crisis ha colaborado activamente al descalabro de nuestro producto interior bruto (-5,7% nominal sobre 2008) pero también es una de las causas que explica el cambio en el saldo de la balanza de bienes y servicios con el exterior aunque no sea la única porque también ha incidido la política de devaluación interna apoyada en mayor medida en el esfuerzo de los salarios de los trabajadores, La diferencia entre la evolución de la inversión y del PIB se puede explicar por los recursos recibidos desde el exterior que todavía se mantiene como deuda neta (alrededor de 1 billón de euros) porque cuando el ahorro nacional no es suficiente para financiar la inversión propia es necesario disponer del ahorro de otros países.


La dureza de la crisis podría hacernos caer en la nostalgia de tiempos pasados y echar de menos esos momentos en los que se construían en España más casas que en toda la Unión Europea o, nuestra obra civil no tenía parangón al llenar el territorio de pabellones deportivos, palacios de congresos y exposiciones, aeropuertos y trenes de alta velocidad, dentro de un ejercicio de clientelismo donde ganaron bastantes menos personas de las que han perdido con esas decisiones. Se puede echar de menos los millones de puestos de trabajo ahora perdidos, pero conviene recordar junto a ellos el desmesurado aumento en los precios de un bien básico como es la vivienda, la ingente deuda acumulada o el flaco favor que ha hecho a todas las personas que abandonaron precipitadamente su formación para trabajar en la obra que ahora no tienen ni trabajo ni cualificación.

El acierto está en el equilibrio; ni volver a los excesos del pasado (2000-2008) siguiendo los consejos interesados de los grupos de presión, ni permanecer mucho tiempo en la miseria actual en la que no hay dinero ni siquiera para realizar el necesario mantenimiento de carreteras y colegios (inversión total del 18,2% del PIB en 2013).

Una desgracia nos protege; estamos tan endeudados que es muy difícil que nos vuelvan a prestar dinero hasta que no paguemos lo que debemos. No obstante, la normalidad de la actividad inversora no debe ser volver a las cifras de 2007 (31% del PIB) tampoco a los mismos destinos, sino alcanzar a unos porcentajes razonables que pueden ser similares a la media de los países de la Zona Euro (21,2% del PIB). También concentrar la actividad inversora en aquellos proyectos de inversión prioritarios porque se hayan detectado deficiencias en la economía española respecto a los países avanzados. Una de las más importantes se localiza en investigación, desarrollo  e innovación (I+D+i). Una actividad imprescindible para mejorar el potencial productivo de la economía española que por cierto, aunque hay que retomar el esfuerzo anterior en la iniciativa pública, donde presenta la mayor diferencia es en el componente privado.


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