Acompaño a continuación mis declaraciones íntegras al blog Economismo sobre la situación de los países emergentes que por razones obvias al disponer solo de una página para todas las opiniones, han sido resumidas en la edición del diario El País del día 23 febrero de 2014.
Los países emergentes tienen en común haber
demostrado una mayor capacidad de crecimiento y en la última etapa ser el
destino de una parte de la abundante liquidez creada con las expansiones
cuantitativas aplicadas por distintos bancos centrales de los países más
avanzados. Por este motivo, la anunciada retirada de estos fondos les
perjudicará su financiación con más que posibles elevaciones en los tipos de
interés nacionales que encarecen los procesos de inversión y por consiguiente
su tasa de crecimiento. La composición de su oferta productiva es menos
homogénea. Aquellos países que han apoyado su impulso en el aumento en el
precio de las materias primas de las porque son productores se han enfrentado a
un reto difícil: no contaminar el resto de las relaciones económicas con
subidas generalizadas de precios. Es obvio que Argentina no lo ha conseguido
pero también hay tensiones inflacionistas en otros países de LATAM que al
añadir una apreciación de su moneda han acumulado problemas para competir
finalizando en déficits en la balanza de pagos.
Los países emergentes de LATAM, por tanto,
acumulan desequilibrios internos que como mínimo van a desacelerar su anterior
tasa de crecimiento en un periodo de tiempo que dependerá de la capacidad de
sus gobiernos para adoptar las medidas compensatorias que ajuste su
funcionamiento a las nuevas circunstancias (menor inversión externa y
depreciación tipo de cambio). Para España sería muy deseable que la profundidad
y duración de las turbulencias fuera la menor posible porque el impacto
negativo puede ser superior a otros países, debido al creciente protagonismo de
sus mercados en las exportaciones españolas y la posición allí de un número
importante de empresas españolas, entre las que se encuentran los dos grandes
bancos que se mantienen todavía inmersos en un proceso de saneamiento de sus
activos. La actual estructura de los organismos internacionales poco pueden
hacer más allá de facilitar liquidez en los casos más perentorios y la política
monetaria norteamericana solo puede aspirar a regular adecuadamente su retirada
(tapering)..
El caso de China tiene diferente connotación
porque suma el intento de cambiar su modelo de crecimiento (de exportador a fomento de
su demanda interna) con la (desconocida) posición real de su sistema financiero en el que un
mayor volumen de deuda acumulada puede generar desequilibrios internos que
deriven en menores tasas de crecimiento. Un cierto colapso en la economía china tendría severas consecuencias en el resto de los países emergentes que le facilitan materias primas y por extensión sobre el resto del mundo.
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