Los perversos efectos de la crisis siguen castigando a millones de españoles y para otros tantos que no los sufren tan directamente persiste el enfado por la falta de castigo de quienes identifican como causantes del desastre. El conocimiento de casos de fraude y aprovechamiento ilícito del poder sin sufrir el castigo necesario son moneda corriente en la vida cotidiana. La acumulación de hechos reprobables ha creado el ambiente de haber sufrido una fenomenal estafa que sin embargo, olvida en muchas ocasiones la falta de interés mostrada por buena parte de la población cuando las cosas iban bien ante las advertencias realizadas por unos pocos (pesimistas o aguafiestas, les llamaban).
En este ambiente tan poco propicio al razonamiento se escuchan propuestas para salir de la difícil situación en la que se encuentra una parte de la sociedad española. El deseo de venganza tapa las posibles connivencias pasivas de otros tiempos pretéritos, hasta prevalecer sobre cualquier otra cuestión, no diferenciando entre coincidencia con el diagnóstico y las propuestas presentadas para afrontar la situación que en la práctica puede ser un modelo diferente no sólo económico sino también de convivencia.
Las continuas apariciones del líder principal del movimiento Podemos, Pablo Iglesias, en los medios de comunicación ha convertido su discurso en motivo de comentario y tertulia en las reuniones con mis amigos y conocidos. Las opiniones, como es habitual, son diversas aunque me ha sorprendido el amplio interés que despierta entre personas de distinta condición y nivel económico. La propuestas radicales de Podemos que repiten con entusiasmo algunos de los participantes en estas reuniones aumenta mi curiosidad sobre su contenido. Como me tomo muy en serio la influencia de esta formación en un momento tan delicado de la vida de este país, he leído con atención su no demasiado extenso programa electoral para conocer la letra pequeña de sus propuestas.
En este ambiente tan poco propicio al razonamiento se escuchan propuestas para salir de la difícil situación en la que se encuentra una parte de la sociedad española. El deseo de venganza tapa las posibles connivencias pasivas de otros tiempos pretéritos, hasta prevalecer sobre cualquier otra cuestión, no diferenciando entre coincidencia con el diagnóstico y las propuestas presentadas para afrontar la situación que en la práctica puede ser un modelo diferente no sólo económico sino también de convivencia.
Las continuas apariciones del líder principal del movimiento Podemos, Pablo Iglesias, en los medios de comunicación ha convertido su discurso en motivo de comentario y tertulia en las reuniones con mis amigos y conocidos. Las opiniones, como es habitual, son diversas aunque me ha sorprendido el amplio interés que despierta entre personas de distinta condición y nivel económico. La propuestas radicales de Podemos que repiten con entusiasmo algunos de los participantes en estas reuniones aumenta mi curiosidad sobre su contenido. Como me tomo muy en serio la influencia de esta formación en un momento tan delicado de la vida de este país, he leído con atención su no demasiado extenso programa electoral para conocer la letra pequeña de sus propuestas.
Si tuviera que sintetizar la esencia del programa económico de Podemos diría que está construido bajo dos premisas:
a) Los autores del programa consideran la propiedad de los medios de producción y la gestión pública como fórmula óptima para garantizar un buen nivel de vida de los ciudadanos, bajo el criterio de atribuirles una eficiencia y funcionamiento ético máximo frente a los abusos de la gestión privada. Desde esta base no les importa la dimensión del gasto público que será financiado con tantos impuestos como sea necesario que según consideran no tendrán ningún problema en recaudar. En el programa de Podemos no se cuestiona la posible existencia de problemas de eficiencia o equidad en las actuales políticas públicas (por ejemplo en educación, sanidad o inversiones en infraestructuras) y por ese motivo no propone la introducción de ningún cambio que no sea la bajada de tasas y precios públicos de acceso donde los haya.
b) El Programa está planteado bajo el supuesto de considerar España una economía cerrada donde no hay que competir con terceros para generar riqueza, es decir no tienen en cuenta que no basta con producir los bienes y servicios sino que es necesario venderlos para pagar la renta a los trabajadores (y al capital invertido que no siempre es propiedad de los más ricos) y que para ello tienen que tener o el mismo precio que los de terceros o disponer de mayor calidad y ajustarse mejor a las preferencias de los compradores. Por este motivo piensan que cualquier estímulo (fiscal o monetario) repercute directamente en una mayor actividad en el país mediante un crecimiento del consumo y/o la inversión (demanda interna) y por ende en empleo y remuneración de los asalariados. Su consideración de economía cerrada se extiende a la Unión Europea porque aunque la menciona (muchas veces) no contempla la posibilidad de cosechar un rechazo de sus propuestas por la mayoría del resto de los países miembros. Como ejemplo no explicitan qué decisión tomarían ante el más que posible rechazo de la monetización del déficit sin incorporar previamente obligaciones de todos los países sobre consolidación fiscal para evitar problemas de riesgo moral (si el BCE compra toda la deuda que se emita no hay incentivos a consolidar el presupuesto ni siquiera a largo plazo y sin embargo, se comparte el riesgo entre todos).
Sus propuestas de aumento del gasto público son variadas. Antes de analizarlas, no obstante, conviene recordar que las cuentas públicas españolas finalizarán 2014, en el mejor de los casos, con un déficit del 5,5% del PIB (al final fue el 5,8%), de manera que ya hoy se necesitaría aumentar en ese porcentaje los ingresos públicos para sostener el actual nivel de gasto público. El horizonte a 2050 apunta nuevas obligaciones de gasto público por un mínimo de 2 puntos del PIB para asumir el mayor gasto en pensiones de la generación del baby boom, si se quiere garantizar una tasa de sustitución razonable (pensión/salario medio). La sociedad española, por tanto, ya tiene un reto muy importante en la búsqueda de ingresos públicos sin incorporar cambios significativos en la actual estructura de gasto público. Un reto que en mi opinión, se extiende a la mejora de su funcionamiento para que pueda colaborar a mejorar la equidad y la igualdad de oportunidades, pero también para que sea más eficiente en el uso de los recursos de todos; porque de no existir crítica y reformas su futuro estará cada vez más en cuestión al perder la legitimidad social.
El Programa de Podemos, como he mencionado, tiene muchas propuestas con repercusiones en las cuentas públicas, por lo que me centraré solo en las más voluminosas:
- Derecho a una renta básica para todos. El coste fiscal de la propuesta ha sido rebajado por los propios autores desde 240.000 millones de euros (428 euros al mes en 12 pagas) hasta 175.000 millones de euros, es decir el gasto adicional se "limita" a un 17,5% del PIB a cubrir con un aumento del IRPF y la lucha contra el fraude fiscal.
- Pensión a los 60 años con carácter general. El coste aproximado de esta medida sería actualmente de 2,5 puntos del PIB dentro de una tendencia creciente que puede llegar a 4 puntos en 2050 según sea el gasto total en pensiones sobre PIB alcanzado en ese ejercicio. No recoge su programa la forma de financiación de este aumento de gasto (impuestos o cuotas).
- Pensión no contributiva (PNC) decente igual al SMI. Es cierto que la pensión no contributiva es baja pero el principal problema de esta medida estriba en que la elevación de la cuantía de las PNC obliga a subir los complementos por mínimos de las pensiones contributivas para no desincentivar las aportaciones durante la vida laboral. Por este motivo el coste inicial de la medida aumenta desde los 0,2 puntos del PIB a como mínimo 1 punto del PIB.
Las posibilidades de sumar 21 puntos de ingresos públicos adicionales (el último programa de junio de 2016 lo ha rebajado a "tan solo" 10 pp del PIB) al esfuerzo que ya hay que realizar para no seguir acumulando deuda pública al ritmo actual, los aumenta hasta un nivel considerable, 29,5 puntos de PIB (5,5+3+21) que ineludiblemente tiene que generar consecuencias muy importantes sobre el funcionamiento de una economía. La experiencia demuestra la imposibilidad de incrementar rápidamente los ingresos públicos en casi 30 puntos del PIB (más de 300.000 millones de euros) (la reflexión es igual de válida para 20 puntos del PIB) pero aunque se realizara progresivamente tendría efectos indeseados sobre las decisiones de los agentes económicos (consumo, ahorro e inversión) hasta el punto de necesitar una economía totalmente planificada por el Gobierno. Una opción experimentada en el pasado con un resultado muy poco interesante para aumentar el potencial de producción y la renta de la gente en general, con excepción de la élite del partido gobernante. Por cierto, me gustaría poder anticipar cual sería la opinión y las decisiones de Podemos en caso de no ser ellos el partido que controle un tinglado de esas características.
En el más que posible caso de no encontrar los ingresos públicos suficientes para sustentar fiscalmente sus propuestas (su última propuesta concretada en apretar las clavijas solo al 2% de los más ricos; una decisión que como sabe cualquier persona conocedora de este tema permitiría obtener una cantidad de recursos insuficiente para abordar crecimientos de gasto de la cuantía que proponen), se incurriría en un déficit que habría que financiar con la emisión de más deuda publica, aumentando el ya abultado volumen actual (cercano al 100% del PIB). Para evitar este problema de la financiación el Programa de Podemos recurre a la monetización del déficit público, una posibilidad en este momento no contemplada en la Zona Euro que obligaría a solicitar la salida de España, con las consecuencias negativas que acarrea y de las que se habla muy poco. La salida del euro permitiría devaluar tu propia moneda (más bien lo obliga) pero sería necesario compensar la inflación creada por las más caras importaciones mediante una política de rentas aún mas severa que la actual para mantener las ventajas de la devaluación en las exportaciones y generar la confianza de los inversores.Todo ello con tipos de interés bastantes más altos que encarecerían el crédito nuevo y el antiguo. De no hacerlo así, el camino conduce al precipicio de la quiebra soberana (default). Impago de la deuda que parece solucionarse para los autores con la emisión de dinero propio sin importarles en exceso conocer que en una economía cerrada tiene asegurada una mayor inflación.
El problema no se limita a la búsqueda de los ingresos públicos suficientes para sustentar sus propuestas (solo con las 3 mencionadas se alcanzaría el 68% del PIB de gasto público) sino que el modelo propuesto sustenta un modelo ético de pago de rentas públicas a todas las personas sin necesidad de colaborar a la generación de riqueza o demostración de la necesidad. Una fórmula desincentivadora del esfuerzo individual al no existir recompensa comparada con quien no lo hace, que finaliza en una pérdida de la eficiencia (de renta en términos coloquiales) y un empobrecimiento colectivo como ha quedado demostrado en la experiencia soviética de socialismo de estado. Por otra parte, un sector público de esa dimensión aumentaría el riesgo de incurrir en "fallos de gobierno" relacionados con un poder excesivo de la burocracia y del clientelismo, perdiendo peso el argumento sustentador de la intervención pública de solucionar o, como mínimo, paliar los fallos de mercado y el abuso de una parte de la sociedad, que defiende la teoría de la economía pública.
Los problemas de un modelo de estas características aumentan (más bien se aprecian antes en el tiempo) cuando la economía es abierta porque hay más posibilidades de traslado territorial de la renta y el patrimonio pero también de las personas más cualificadas, en especial cuando está muy limitado el salario máximo como propone Podemos. Tomo prestado un argumento adicional que he leído en la red: si el salario máximo es bajo se dificulta el trabajo de recaudar para conseguir los ingresos públicos necesarios.
Una economía abierta permite disfrutar de bienes y servicios más baratos producidos en otros lugares a cambio de ser más eficiente al abordar un proceso de especialización que aproveche mejor los recursos propios. La disminución de la jornada laboral a 35 horas o las elevadas subidas de salarios son medidas muy atractivas pero deben estar acompañadas del incremento de productividad suficiente para no perder capacidad de competir con terceros con los bienes y servicios producidos. Cambios sólo en la primera parte de la ecuación terminan en desequilibrios en la balanza de pagos debido al aumento de importaciones y dificultad de sostener las exportaciones que como hemos comprobado recientemente provocan cierre de empresas y destrucción de empleo, salvo que se considere que el actual beneficio neto de todas las empresas es desmesurado y pueden absorber ese cambio; una hipótesis cierta en algunos casos pero no a nivel general.
En mi opinión la reducción de la precarización del empleo no se consigue con decretos sino con empresas sólidas capaces de competir con terceros con el mayor valor añadido posible,para lo que se necesita inversión pública pero sobre todo privada. La mejor forma de mejorar las condiciones laborales tanto en jornada como en salario, es una negociación colectiva amplia y eficaz donde se consiga la flexibilidad interna necesaria (uso y remuneración de los factores de acuerdo a las condiciones del ciclo) con empleo más estable y un reparto equilibrado de la renta.
El mercado puede y debe cumplir una misión determinante en las relaciones económicas pero esta afirmación no implica la inexistencia del sector público. Debe haber el que la sociedad considere oportuno para mejorar el potencial productivo (eficiencia) o dar cobertura a las personas evitando o limitando la situaciones de necesidad, pero al igual que el rechazo radical de la intervención pública en la economía no tiene sustento económico y social, tampoco cabe atribuir al sector público ninguna propiedad taumatúrgica y sobrenatural. Los buenos resultados sólo vendrán a partir de una correcta elección de los objetivos y disponiendo de procedimientos claros que garanticen un buen uso de los recursos utilizados. No hay prodigios ni milagros que no se sustenten en el esfuerzo, la responsabilidad, la honestidad y el respeto de las personas apoyado en una sociedad madura que sepa identificar y defender los incentivos individuales de quienes las forman y sus intereses comunes.
El mercado puede y debe cumplir una misión determinante en las relaciones económicas pero esta afirmación no implica la inexistencia del sector público. Debe haber el que la sociedad considere oportuno para mejorar el potencial productivo (eficiencia) o dar cobertura a las personas evitando o limitando la situaciones de necesidad, pero al igual que el rechazo radical de la intervención pública en la economía no tiene sustento económico y social, tampoco cabe atribuir al sector público ninguna propiedad taumatúrgica y sobrenatural. Los buenos resultados sólo vendrán a partir de una correcta elección de los objetivos y disponiendo de procedimientos claros que garanticen un buen uso de los recursos utilizados. No hay prodigios ni milagros que no se sustenten en el esfuerzo, la responsabilidad, la honestidad y el respeto de las personas apoyado en una sociedad madura que sepa identificar y defender los incentivos individuales de quienes las forman y sus intereses comunes.
De todos modos creo que el ejercicio de análisis de este post tiene bastante poca utilidad más allá del reto personal de pensar sobre algo, porque con sinceridad creo que la mayoría de los seguidores de Podemos, igual que los de otras formaciones, no deciden su voto por el contenido de los programas y, en la actual situación, la sola apelación a terminar con la corrupción se puede convertir en argumento suficiente para ganar el voto, restando importancia a su capacidad real de ejercer el gobierno y las posibles consecuencias negativas de sus propuestas. Un consejo, no obstante, la reciente experiencia ha demostrado la conveniencia de reflexionar sobre los temas importantes y no ponerse de perfil ante los riesgos esperando que los solucione el primo de Zumosol, porque no existe individuo con tanto poder.
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