La presentación anual de los Presupuestos Generales
del Estado genera en los medios de comunicación un amplio número de opiniones
sobre su contenido, con una valoración que en demasiadas ocasiones se divide en
un voto favorable por parte de quienes apoyan al Gobierno de turno y un rechazo
absoluto de quienes están en la oposición.
La plena aplicación de un modelo de estado muy
descentralizado en España, en el que las comunidades autónomas juegan un papel
muy significativo, ha reducido con el paso del tiempo el protagonismo de los
PGE, hasta el punto de no permitir a partir de su contenido, obtener una
conclusión de los posibles efectos de las cuentas públicas sobre la actividad
económica y social en nuestro país. La política fiscal española, no se limita a
los PGE sino que es imprescindible añadir los presupuestos de las comunidades
autónomas y corporaciones locales. Presupuestos no conocidos hasta casi final
del ejercicio.
Dado que de manera más o menos permanente se
recogen opiniones sobre la suficiencia de los recursos manejados por el Estado
respecto a la posición del resto de los gestores públicos, puede ser útil aportar
información sobre la distribución de los recursos por niveles de gobierno.
Los PGE 2016 del Estado, sus Organismos Autónomos (Estado
+ OOAA = Administración Central) y la Seguridad Social, presentados de forma
anticipada en esta ocasión, incluyen un volumen de gasto bastante respetable
(314.488 millones de euros consolidados después de depurar las transferencias
entre los tres organismos) que equivale al 27,5% del PIB. Para sostener el
gasto propone unos ingresos inferiores (287.632 millones de euros) de forma que
ejecutarse en integridad se generaría un déficit de más o menos el 2,5% del PIB previsto (-26.856
millones de euros).
Para distribuir las responsabilidades entre
quienes gestionan el dinero, la mitad del presupuesto de gasto está asignado a
la Seguridad Social (157.600 millones de euros) para el pago de pensiones,
desempleo, maternidad, incapacidad temporal y las prestaciones no
contributivas. La primera política es la que dispondrá de más recursos
(118.941,72 millones de euros).
La Seguridad Social funciona bajo un régimen de caja única, es decir que con los recursos obtenidos en toda España se utilizan para pagar las prestaciones generadas. Conocida la desigual distribución de renta, una segmentación territorial de sus cuentas impediría acometer los actuales pagos u, obligaría a utilizar un complicadísimo sistema de transferencias entre comunidades autónomas que haría todavía más complejo y difícil de aplicar el sistema de financiación autonómica.
La Administración Central es la receptora de la
otra mitad de los PGE para desarrollar las políticas que tienen adjudicadas. En
la práctica, sin embargo, no es así porque tiene que pagar la aportación
española a la Unión Europea (13.758 millones de euros), tiene que suministrar
los recursos necesarios para el pago de las prestaciones no contributivas de la
Seguridad Social y los complementos por mínimos de las pensiones (13.199
millones de euros) y complementar el presupuesto del Servicio Público Estatal
de Empleo para que pueda pagar las prestaciones por desempleo (4.504 millones
de euros) porque la actual recaudación de la cuota por desempleo no es
suficiente. Sin estas transferencias del Estado con origen en los impuestos
generales sería imposible alcanzar la actual cobertura en las prestaciones
sociales de carácter económico.
No se acaban ahí las obligaciones de la
Administración Central en cuanto a transferencias, también debe complementar
los recursos de las comunidades autónomas menos ricas para que puedan asumir
sus obligaciones (17.820 millones de euros) y de las corporaciones locales para
que también presten adecuadamente sus servicios (16.408,28 millones de euros) ajustándose
a los acuerdos de los respectivos sistemas de financiación vigentes. En jerga
de federalismo fiscal, son las transferencias de nivelación territorial que
permiten que los ciudadanos puedan recibir servicios parecidos con independencia
de donde vivan siempre que realicen el mismo esfuerzo fiscal (pago de impuestos
con normas tributarias iguales). Aunque la relación de competencias de las
administraciones territoriales es amplia, la falta de estas transferencias, por
tanto, impediría mantener prestaciones estándar en sanidad, educación y
servicios sociales en toda España.
La Administración Central tiene que asumir también los intereses de la deuda en circulación generada por anterior déficits anuales (33.554,52 millones de euros) y pagar las pensiones de los funcionarios jubilados (13.419 millones de euros), una prestación ésta última que no deja de ser una prestación económica de la Seguridad Social.
A medida que se desgranan los pagos se percibe que
el margen de maniobra de la Administración Central (sería mejor llamarla
Administración Común) se estrecha, y mucho. De hecho, el gasto neto sobre el
que puede realmente decidir se limita a 64.569,88 millones de euros, el 20,5%
de la previsión de gasto recogida en el Proyecto de Presupuestos Generales del
Estado. Con el volumen de gasto propuesto por el Ejecutivo para el próximo
ejercicio, el Estado dispone de gasto por valor del 5,7% para mantener la policía,
guardia civil y ejercito, y atender la política exterior, agricultura, justicia,
I+D+i, infraestructuras, industria y energía y algunas otras políticas que se
pueden apreciar en la tabla adjunta.
Siendo más precisos, la cantidad mencionada se
debe reducir en 6.287 millones adicionales que debe traspasar a las
administraciones territoriales porque están ya comprometidos (conferencias
sectoriales de fomento de empleo, vivienda, infraestructuras y otras políticas)
y en otros 6.500 millones de euros correspondientes a la Política Agrícola
Comunitaria que ejecutan las comunidades autónomas. El margen es todavía menor.
Con el actual nivel de ingresos –obviamente se
puede cambiar si el poder legislativo quiere al igual que lo pueden hacer en
menor medida las administraciones territoriales-, no parece que la Administración
Central disponga de muchos márgenes para traspasar nada a otros niveles de
gobierno. Más al contrario, mantiene un déficit que sería necesario neutralizar
en un periodo razonable de tiempo dentro del proceso de consolidación fiscal.
Como curiosidad, la suma de los PGE2016 y una
simulación de presupuesto de las administraciones territoriales similar a la de
2015, muestra que una distribución del gasto en la que la Seguridad Social es
la que absorbe un mayor porcentaje (32,5% del total), seguida de las
Comunidades Autónomas (30,5% del total), Administración Central (24,4% del
total) y Corporaciones Locales (12,6% del total).
La participación de las Administraciones
Territoriales (CCAA + CCLL) en la ejecución finalista del gasto público español en 2016 puede situarse alrededor
del 43,1% del total. Parece conveniente conocer esta información a la hora de
realizar propuestas sobre cambios en las competencias de los distintos niveles
de gobierno.
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